Me estoy rompiendo, lo noto. Soy tan insignificante. Me destroza por dentro. ¿No lo parece verdad? Menos mal que siempre se me dio bien disimular, por que mi interior es todo ruinas. Impotencia. Quiero dejar todo esto lejos, fuera, desistir... Otro quiere jugársela por mi, y yo, yo solo puedo llorar. ¿Qué puede hacer un corazón roto? Si todo lo que yo toco lo destrozo, y él me destroza a mi. Ojalá no hubiese aparecido nunca, o que fuera él este otro que aparece. Pero no, tiene que ser Él, el que pone mi mundo patas arriba, el que habla con todas y me mira a mi, y me sonrie, y el mundo, me parece más mundo y la vida, y para mi la vida entonces merece la pena. Pero no, no quiero esto, quiero plantarme delante de él y decirle, eres todo lo que necesito, me rompes y me arreglas pero si no soy yo lo que tu necesitas, te pido por favor, te suplico, que me arregles las alas, que pueda ir lejos, ya habrá otro que me haga llorar o que me haga soñar o vivir, pero te lo suplico, sálvame esta vez. Podemos ser héroes de otoño, podemos matar pequeños y grandes mounstros. Pero sabes, seguimos mirándonos desde lejos en reuniones en cualquier lado, nos sonreimos con complicidad, manteniendo vivo algo que siempre ha estado ahí. Y tu te conformas con eso, es como si hubiese habido fuego, tu sonries creyendo que quedan las cenizas, yo sin embargo, sigo ardiendo.
Salvame.
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